18 jul 2009

FORO CERVANTES. Ágora de nuestra lengua

Soy de los que piensan que el cine es el arte por antonomasia; por eso admiro y envidio (sanamente) a los que tienen la suerte de dedicarse a esa actividad. A veces, ante determinadas experiencias, me imagino cómo las llevaría al cine si tuviera la oportunidad. Así es como he visto lo que podría ser un corto alegórico a la actividad del interesantísimo “Foro Cervantes” en el que, con cierta frecuencia, participo y que desde aquí recomiendo. Al no haber podido presentar el texto en el foro, por apartarse de sus normas internas, lo hago aquí. A sus miembros, que sabrán interpretar el significado de las alegorías, va dedicado lo que sigue.

Amanece el día, con una iluminación tenue y difusa, en el centro de un plano medio despunta el sol tras el perfil del contraluz de colinas lejanas. A medida que el plano se va abriendo y adquiere plena iluminación se van distinguiendo, desde una toma superior y oblicua, los resplandecientes edificios de una ciudad de la Grecia antigua. Se escucha el trinar de los pajarillos y más lejano un suave murmullo humano. El enfoque abandona el horizonte a medida que la luz se hace más intensa (el día avanza) y va descendiendo hacia las edificaciones. Se escuchan múltiples conversaciones en tono amable, sin estridencias (voces de mujer, de hombre y alguna de niño). El plano se va acercando y muestra la plaza cuadrangular rodeada de bellos y clásicos edificios griegos. Sigue avanzando. Se van distinguiendo parejas o grupos de personas, ataviadas al uso de la Grecia clásica, en animada conversación; gesticulan poco. El trinar de los pajarillos va apagándose a medida que aumenta el volumen del murmullo humano. La cámara toma escenas cercanas de los grupos y pasa de unos a otros tomando primeros planos de los que hablan y de los que apaciblemente escuchan. Simultáneamente, se escucha lo que dicen en el momento de ser enfocados: "...el complemento circunstancial de lugar...", "...podríamos sustantivarlo si...", "...pues, por aquí, a eso se le dice...", "...bonita palabra, si señor...", "...vos sabés que ese adjetivo...", "...pues en el corde aparecen...". La secuencia dura unos dos minutos. Se observa cómo todos los que conversan llevan impolutas túnicas blancas, el cabello arreglado y, algunos, lucen coronas de laurel casi imperceptibles; éstos son los que más intervienen en las conversaciones. Algunas de las personas (tres o cuatro) llevan bajo el brazo voluminosos libros cerrados de los que, entre sus hojas, sobresalen tiras de papel de diversos colores. La cámara se detiene en una de estas personas, que, además de llevar también uno bajo el brazo, tiene a su lado una especie de carrito azul, a modo de biblioteca ambulante, repleto de tomos. Con frecuencia, ayudada por otras de su grupo, esta persona toma uno de los libros y busca en él. Cuando parece que encuentra lo que busca lo comenta con los demás de su grupo. "...aparece 2.523 veces en...", se le escucha que informa a los demás. Éstos, con expresión grave, se vuelven hacia los de otros grupos y parece que hacen seguir la información. Los que la reciben asienten, con un gesto sereno de aprobación. Cada vez hay mas personas; algunas se van de la plaza, pero son más los que se incorporan. También se ven algunos niños que corretean jugando entre ellos; de vez en cuando, al escuchar algo que parece que les interesa se detienen y, con interés, aguzan el oído, tras lo que, al poco tiempo, siguen con sus juegos. En un lado de la plaza, algo apartadas del resto, conversan dos personas. Gesticulan más que las demás, como si discutieran. La cámara les toma un primer plano. Sólo se acierta a escuchar que uno dice "...el prescriptivismo prescriptivo..." mientras que el otro se rasca la cabeza. Han pasado cuatro o cinco minutos. De pronto, se nota un leve movimiento y un gesto de interés en todos los presentes (la cámara los repasa), amainan las conversaciones y se ve cómo casi todos dirigen su mirada hacia un mismo lugar de la plaza. Se abre el plano tomando toda la plaza a medida que decrece el volumen de los murmullos. Simultáneamente se percibe que el destino de la mirada de los congregados es una persona que camina, con paso pausado pero firme, dirigiéndose hacia el centro de la plaza. Aunque el plano es largo, se percibe que es una mujer que saluda afablemente -y es correspondida- a cuantos se encuentra a su paso. El plano sigue abierto (casi toda la plaza) y muestra como se le va abriendo camino a medida que se acerca al centro de la plaza. Tras su paso los grupos cierran el surco humano abierto volviendo a su posición. El murmullo es muy leve. Por primera vez, se escucha música. La primavera, de Vivaldi; sus sones se escuchan tenues al principio y poco a poco el volumen aumenta. La mujer ha llegado al centro de la plaza. La gente se va acercando y la rodea. Comienza a hablar, los demás callan. La música no deja escuchar con claridad lo que dice; sólo se percibe, entrecortadamente, algunas palabras sueltas: "... artículo en posición prenuclear...", "...el sujeto de la subordinada..." “...sería un arcaísmo...” “...la expresión correcta es...". El plano sigue abierto y la toma es lejana. No obstante, se nota que la túnica es algo más lujosa que las de los demás y que la corona de laurel es de mayores proporciones que las otras que se han visto. En todas las escenas la mujer aparece de espaldas, por lo que no se le ve el rostro. Se percibe que algunos, con semblante afable, la interpelan y que ella contesta, tras lo que el plano se acerca y muestra rostros sonrientes e interesados que se alternan con gestos ostensibles de aprobación. Sigue sin poder escucharse bien lo que dicen porque la música tapa las palabras. Tras minuto y medio de secuencia, en la que se alternan el plano general y los más cercanos de las personas, la mujer inicia el retorno haciendo el trayecto inverso al de su llegada. Con un plano abierto, se repiten las escenas de salutación y asentimiento al paso de la persona. El surco se va abriendo por delante de sus pasos y se va cerrando por detrás. Todos vuelven a lo del principio. El murmullo va creciendo y la música se va apagando. Súbitamente, se escucha un estruendo seco; cesa la música y los murmullos, por tres segundos se oscurece levemente la escena, pasados los cuales se nota que sobre el centro de la plaza se proyecta un cono de luz proveniente del cénit. Se escucha "in crescendo" un ruido atronador. En un plano general se ve como las caras se vuelven hacia el centro, hacia la luz. La cámara, en planos más cortos, muestra rostros sobresaltados o preocupados. Se empieza a escuchar la sección coral "Fortuna imperatrix mundi" de la obra "Carmina Burana". Progresivamente se va elevando el volumen de la música, a la vez que decrece el estruendo. Planos cortos muestran rostros interesados que dirigen la mirada hacia el cénit a la vez que se protegen con el antebrazo o con las manos de la luz refulgente que se proyecta sobre sus rostros. Cesa definitivamente el estruendo a la vez que la música llega a su máximo volumen. Durante unos segundos, a contraluz, se dibuja la silueta de una cabeza humana claramente masculina, rodeada de un halo luminoso consecuencia del resplandor que provoca la luz cenital sobre la nuca de la cabeza. Alternando un plano general cenital con los más cortos de las personas, y acompasando los cambios de plano con el ritmo de la música, continúa escuchándose Carmina Burana, hasta que finaliza ésta. En total, medio minuto. Con su último son, que coincide con un plano general, termina el documento. Sobre el inanimado plano general de la plaza, desde el mero centro, surge, con letras góticas rojas, el título que se va ampliando y ocupando el centro horizontal de la escena:

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