28 dic 2018

MUJERES POLÍTICAS. Maestre vs Botella

Hace ya mucho hablé aquí de lo que me gustaba Ada Colau; hace poco, escribí en el mismo sentido sobre Inés Arrimadas.  Ahora quiero hacerlo sobre otra mujer joven de la política que me agradó desde que la vi la primera vez en la tele. Me refiero a Rita Maestre, que, entre otras cosas, actualmente es la portavoz del gobierno municipal de Madrid. (Dicho de pasada, curiosamente y con mucho agrado debo decir que siempre que he visto a las tres en la tele me ha parecido que no usan maquillaje, ni se pintan los ojos y esas cosas; será porque las guapas no lo necesitan, digo yo).
 
Volviendo a Rita, no sé si sigue en Podemos, porque oí que hace poco tuvo algún problema con la cúpula de ese partido a cuenta de las candidaturas para las próximas
elecciones municipales. Pero es igual; para lo que ahora me ocupa me da lo mismo que esté o no esté en Podemos. Porque ahora solo quiero dejar claro lo bien que me cae esta joven mujer de la que solo conozco su imagen pública, es decir, lo que vemos, leemos u oímos en los medios de comunicación. Así, leí hace tiempo que «salía» con Íñigo Errejón (que también me caía —y me cae— muy bien); también me enteré de que Rita Maestre protagonizó una protesta en la capilla de la Universidad Complutense de Madrid —donde estudió Ciencias Políticas—  al irrumpir en ella con el torso al descubierto, por lo que fue denunciada, condenada en primera instancia y absuelta finalmente tras el correspondiente recurso.

Luego la he visto repetidamente en la tele por su función como portavoz en el Ayuntamiento de Madrid; siempre la he escuchado argumentos razonables y sólidos. Precisamente hoy la he visto en una rueda de prensa hablando de la condena que el Tribunal de Cuentas ha impuesto a la que fue alcaldesa de Madrid, Ana Botella, y a siete de sus entonces colaboradores en el ayuntamiento, por su fechoría —más que presunta— cuando, en el ejercicio de su función pública, en 2013 propiciaron la venta de 1860 viviendas municipales protegidas a un «fondo buitre», a un precio muy bajo, lo que produjo, además de importantísimos problemas a los inquilinos de los pisos —entre otras cosas, por el incremento que, parece ser, desde entonces han sufrido sus rentas que han provocado algunos desahucios—, un quebranto económico al Ayuntamiento de ¡más de 26 millones de euros!; importe que, según la sentencia, tendrán que afrontar la exalcaldesa y resto de condenados.
 
Pero, aparte del hecho noticiable, al ver a Rita Maestre en la tele y comparar su comparecencia ante la prensa con las imágenes retrospectivas que han intercalado de Ana Botella comentando la operación (venta de los 1860  pisos al «fondo buitre») cuando era alcaldesa de Madrid, me ha hecho pensar en la gran diferencia —realmente , abismal—  que hay entre estas dos políticas.
 
Por un lado, Rita Maestre (unos 30 años), en su momento activista en el movimiento estudiantil y en el 15M. Con un discurso serio, aparentemente sincero, bien construido (su fluidez verbal es admirable), representa la acción política en favor de los menos favorecidos de la sociedad. Sin concesiones a los poderosos. Me parece que hoy en día encarna la esperanzadora sensación que nos  ofreció Podemos en sus comienzos, que luego Pablo (Pablito, Pablete) Iglesias y algunos otros de sus compis no han sabido mantener, por su histrionismo, actitud y comportamiento, en mi opinión, muy poco útiles —Pablete parece que se ha convertido en «casta»— para la causa política que muchos creímos, esperanzadoramente, que aportaría Podemos a la izquierda de la política de España.
 
Por otro, Ana Botella (55 años), de «buena familia», esposa del que fue presidente de gobierno José María Aznar. Perteneció a los partidos de la derecha española desde muy joven: primero (ya en 1978) en Alianza Popular y más tarde en el PP, en el que formó parte de sus órganos directivos. O sea, una «pata negra» de la derecha política española, por lo que en su gestión política no es de extrañar que haya tratado con cariño al «capital» (como parece que hizo en el caso por el que la han condenado ahora). Su verbo no es demasiado florido; lo que más recordamos de sus discursos es su «… a relaxing cup of café con leche in Plaza Mayor…» que dijo en la presentación de la candidatura de Madrid para la Olimpiada de 2020 (que no se consiguió). En mi opinión, encarna la más rancia derecha.
 
O sea, ambas, cada una por su lado, representan lo que podríamos considerar los dos polos opuestos de la política en España: la izquierda rupturista y la derecha bien instalada y aprovechona.
 
Llegado hasta aquí, el lector no se extrañará si reitero lo que he dicho al principio: Rita me cae estupendamente y espero que su trayectoria pública siga en la línea ascendente que ha iniciado. Creo que vale mucho, por lo que deseo que tras las próximas municipales de Madrid siga desempeñando funciones de relevancia en el Ayuntamiento… y, después, el salto a la política nacional (Pablito, ándate con ojo, que esta pisa fuerte). De la Botella… qué voy a decir…

11 oct 2018

ZOUGAM. 11-M


En 2007, la Audiencia Nacional condenó al marroquí Jamal Zougam, como autor material del atentado del 11 de marzo de 2004, a una pena de 42.917 años de prisión; en 2008 el Tribunal Supremo ratificó la condena. 

Esta mañana he leído la noticia de que los familiares de Zougam, que siguen proclamando la inocencia de su familiar —como el condenado lo hizo en el juicio—, parece que siguen intentado que se revise judicialmente el caso. Por eso, en 2016 contrataron los servicios de un abogado (al que la familia adelantó cierta cantidad de dinero) para que presentara un recurso ante el Tribunal Europeo de Derechos Humanos. Precisamente, la noticia que he leído es consecuencia de la denuncia presentada por la familia porque el abogado contratado no les informa sobre lo que ha hecho y, según dicen, no pueden contactar con él. La noticia la ha publicado el diario digital EL ESPAÑOL, que creo que dirige el inefable Pedro J. Ramírez, que se destacó en su día por cuestionar la versión oficial sobre los hechos y responsables del 11-M. La noticia se puede leer aquí 

¿Y por qué me he puesto a escribir esto?, se preguntará el lector. La respuesta es fácil: porque desde el principio me pareció que Zougam no hizo lo que le imputaron y por lo que fue condenado; o sea, porque cundo le vi en la tele declarar en el juicio me pareció que decía la verdad y, por tanto, me pareció inocente. Y la noticia que he leído hoy me ha hecho revivir la desagradable sensación de que la Justicia se había equivocado, que tuve cuando conocí la sentencia. Zougam podría pasar en la cárcel 40 años, o sea desde sus 40 y pocos hasta más de los 80. Es muy fuerte (en caso de que realmente fuera inocente). 

Soy consciente de que, aparentemente, su condena fue el resultado de un juicio teóricamente justo y con todas las garantías, y que lo que yo piense o crea no es más que eso: una opinión subjetiva, sin base legal o jurídica y sin que disponga de ningún conocimiento sobre el caso, aparte de los que pudieron proporcionar los medios de comunicación. Pero, bueno, uno tiene también derecho a opinar, sobre todo cuando lo hace sin estar condicionado por influencias ni por motivaciones que pudieran afectar a su análisis, como es el caso. Porque, aunque se vertieron y aún siguen vertiéndose muchas teorías que contradicen la versión oficial de aquellos hechos, nunca las he dado crédito porque me parecían contaminadas por intereses políticos, digamos, revanchistas. No hay que olvidar que tres días después del atentado hubo unas elecciones en las que se produjo un cambio de gobierno (ganó ZP), y muchos achacaron tal cambio a cómo se habían contado las cosas del atentado.  

Y volviendo a Zougam, cuando durante el juicio le vi por la tele en su alegato final (y en alguna de sus anteriores intervenciones) declararse inocente aduciendo que a la hora de los hechos estaba en su casa durmiendo (una simplista coartada para alguien que pudiera estar involucrado en tan terrible atentado), a mi me pareció que era sincero; o sea, que decía la verdad. Pero el tribunal no le creyó. Luego surgieron confusas o controvertidas noticias sobre algunos testigos (en concreto, sobre dos rumanas) que le situaban en uno de los trenes, y que pudieron influir en la sentencia; pero, como digo, resultaron confusas por lo que no afectaron a la opinión a que llegué durante el juicio. También debo dejar claro que mi opinión no estuvo ni está condicionada por la gran cantidad de informaciones que, desde los medios, trataron de construir diversas teorías sobre la autoría del atentado: desde ETA a variados agentes políticos pasando por el Estado de Marruecos. A ninguna le hice caso porque me parecieron insidiosas y, como ya he dicho, contaminadas por intereses políticos. 

Reitero, pues, que mi opinión se basó, exclusivamente, en lo que percibí en las declaraciones de Zougam en el juicio. O sea, en lo que dijo, en cómo lo dijo, en su mirada, en sus gestos, en su expresión... es decir, en lo que transmitió o, al menos, yo percibí. Tengo ya muchos años y creo que he aprendido a conocer a los hombres (a las mujeres, mucho menos), aunque siempre se está expuesto al error.  

En cualquier caso, no he podido resistirme a contar que mi relativo convencimiento (no puedo estar seguro) de que Jamal Zougam fue víctima de una sentencia injusta se ha avivado hoy al leer la noticia de la que he hablado al principio.


9 oct 2018

ARRIMADAS vs TORRA


Son dos valientes.

Inés Arrimadas, líder de Ciudadanos en Catalunya, es de los políticos españoles que más me gustan. Con su aspecto delicado, un tono de voz muy dulce y suave, sin aspavientos, ni gritos, ni histrionismos y sin fantochadas rufianescas, tiene un discurso contundente y, creo, seductor, que tiene muchísimo mérito en el contexto sociopolítico en el que le corresponde actuar: la compleja y convulsa sociedad catalana, en la que se está instalando (si no lo está ya) la peligrosa fractura social. Aunque su formación, Ciudadanos, no tiene mayoría en el Parlament es la que resultó más votada en las últimas elecciones catalanas, por lo que Arrimadas lidera actualmente la oposición en el Parlament.  

Quim Torra es el actual President de la Generalitat, al que dan apoyo las formaciones políticas catalanas, de izquierda y derecha, en cuyo ideario ocupa un lugar muy destacado la vocación independentista. Por tanto, Torra es, actualmente, la cabeza visible del independentismo o secesionismo en Catalunya. En consecuencia, es el principal adversario político de Inés Arrimadas. Confieso que Torra me cae fatal, como buena parte de los políticos catalanes (de lo que ya hablé aquí). Pero, aunque no es santo de mi devoción, reconozco que Torra es valiente, y esa, la valentía, es una cualidad que yo valoro mucho. Tiene claro lo que quiere, y pelea, políticamente, por ello. Desconozco los entresijos de la complicada política catalana, por lo que, como tampoco hago mucho caso a lo que nos cuentan en Madrid, desconozco si lo que hace el president es lo mejor para alcanzar sus objetivos: la independencia de Catalunya. Igualmente, tampoco sé si las alternativas políticas que pudiera haber para alcanzar tal fin podrían representar una estrategia más útil que la que están siguiendo los independentistas con Torra a la cabeza. Lo que sí me parece, como he dicho, es que es valiente (se la está jugando) y contumaz (no da tregua).

Pues en este maremágnum político-social ha surgido una importante lideresa: Inés Arrimadas, que también me parece extraordinariamente valiente. Valerosamente, ha plantado cara al nacionalismo/independentismo, y, por lo que en Madrid se ve, se oye o se lee en los medios de comunicación, no parece que lo esté haciendo mal; al contrario, tengo la impresión de que lo está haciendo muy bien para su causa, y la prueba está en el millón largo de votantes catalanes (25,35%) que consiguió en las elecciones de diciembre 2017. Como curiosa muestra de su valentía, recientemente, en el Parlament, interpeló a Torra desde la tribuna de oradores exhibiendo una bandera de España, asegurando que la enseña siempre estaría presente en Catalunya; o sea, vaticinando que el president no se iba a salir con la suya. Mientras Arrimadas le decía esto, el interpelado, Torra, le atendía en su escaño con la típica sonrisa beatífica y ridícula de los políticos nacionalistas catalanes que a mí me pone de mala hostia. 

Aparte de mis filias y fobias confesadas, quiero dejar claro que ambos, Arrimadas y Torra, desde la distancia geográfica y, sobre todo, ideológica, me parecen dos personajes de gran talla política, en los que, como he dicho, destaca su valentía. Curiosamente, parece que ambos no gozan de la estima de los medios de la capital del reino. Lógico en el caso de Torra (es la cabeza visible del independentismo, tan denostado en Madrid), pero en el de Arrimadas resulta extraño. Puede que me las haya perdido, pero debo decir que, sobre ella, casi no he visto ni oído alabanzas en los medios de la capital (en todo caso, alguna intermitente leve mención positiva), lo que me sorprende teniendo en cuenta lo que Arrimadas está haciendo por la causa españolista o unionista. Puede que este ninguneo se deba a que pertenece a un partido que hace daño (quita votos) a los dos grandes, PP y PSOE, por lo que, en mi opinión, a los medios de comunicación de Madrid, en los que pudiera ser plausible que sintieran preferencias por tales partidos, se les nota cierto racanismo a la hora de valorar o ensalzar la tarea de Arrimadas. No vaya a ser que los elogios a Arrimadas pudieran favorecer a su partido, Ciudadanos. 

No sé cómo acabará la bronca catalana, las perspectivas no son claras y sí preocupantes. Torra, como ya les ha ocurrido a varios de sus correligionarios, puede acabar en la cárcel. Arrimadas también tendrá que andar con cuidado, porque parece que los ánimos cada vez están más excitados y, en esas circunstancias, siempre puede haber algún salvaje al que le gustaría pasar a la Historia como el que dañó a la mayor defensora del españolismo o unionismo en Catalunya. Por su valentía, a mí no me gustaría que Torra acabara en la cárcel, aunque confieso que tampoco me llevaría un disgusto; en cambio me fastidiaría mucho que a Arrimadas le hicieran daño.

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4-7-2019. COMENTARIO ULTERIOR: Parece ser, por lo que he visto en las últimas semanas, que Inés Arrimadas ha asumido el papel de portavoz de Ciudadanos -o sea, ha dado la cara- tras las últimas memeces de su jefe Rivera. En tal papel, Arrimadas me ha defraudado; se ha comportado como una vulgar hooligan. Ya no me cae bien. Como a su jefe, la he cogido manía



3 sept 2018

CANCIONES CON HISTORIAS (bonitas)

Todas las canciones dicen o cuentan algo, es indudable. Bueno, la de «El puente sobre el río Kwai», no,  porque solo hemos conocido la versión silbada que se hizo famosa por la peli del mismo título. Pero, como decía, lo normal es que en cada canción se hable de algo, si bien en la inmensa mayoría de los casos da la impresión de que en las letras se ha cuidado más las rimas que el mensaje. Como ejemplo, aquella ñoñería de Mecano que comenzaba así:

Hawái, Bombay
son dos paraísos,
que a veces yo
me monto en mi piso.
Hawái, Bombay
son de lo que no hay.

Hay que reconocer que la canción es una gilipollez, pero tuvo su éxito. ¡Cosas de la música ligera!

Pero hay otras muchas canciones que cuentan o dicen cosas más interesantes. A mí me han gustado siempre las que cuentan historias. Obviamente, en más o menos tres minutos el autor no se puede extender mucho, pero en eso radica su mérito. Por ejemplo, ya de pequeño me llamó mucho la atención —y me gustaba— un corrido mexicano que se titulaba «Juan Charrasqueado»; creo que la canción data de mediados de los cuarenta del siglo pasado (es tan vieja como yo). Contaba la historia de un ranchero que «…fue borracho, parrandero y jugador…». Además, era el macho alfa del lugar, por eso en la canción se dice que «…a las mujeres mas bonitas se llevaba… y en aquellos campos no quedaba ni una flor…». Aunque no lo aclara la canción, posiblemente por algún lío de faldas a J.Ch. le vino lo que le vino:
Un día domingo que se andaba emborrachando,
a la cantina le corrieron a avisar:
"Cuídate, Juan, que ya por ahí te andan buscando,
son muchos hombres no te vayan a matar".

Pero lo más intenso de la canción es la estrofa que cuenta el dramático final de Juan:
No tuvo tiempo de montar en su caballo,
pistola en mano se le echaron de a montón,
él les gritaba "estoy borracho y soy buen gallo"
cuando una bala atravesó su corazón.

Precioso. Esta estrofa me la aprendí cuando yo tendría menos de 10 años y no se me ha olvidado. Después el corrido habla del funeral de Juan, de cómo los hombres del lugar lo llevaban a enterrar y de cómo uno de sus muchos (supongo) desperdigados hijos, acompañado de su madre, lloraba y rezaba por el finado. Insisto, una historia brutal pero preciosa. La cantaron las mejores voces mexicanas de la época. Aquí se puede escuchar la versión de Jorge Negrete.

También de mi niñez es la famosa canción, también mexicana, «Pancho López». Es una historia extraordinaria.  La primera estrofa ya dice mucho del prota:

Nació en Chihuahua en 1906,
en un paquete bajo un ciprés,
a los dos años ya hablaba inglés,
mató a dos hombres a la edad de tres.


Después la canción nos dice que a los cuatro años sabía montar y que disparaba con muy buena puntería. Que a los cinco tocaba la guitarra, cantaba y bailaba, y además fumaba y se emborrachaba; a esa edad ya lo metieron en chirona. Que a los seis, se enamoró, a los siete se casó y a los ocho fue papá y se fue a la revolución. Y que a los nueve murió; por eso la moraleja de la historia es «No vivas la vida con tanta rapidez». De esta canción se hizo muy famoso uno de los estribillos. Decía:
Pancho, Pancho López.
Chiquito, pero matón.

Lo de «Chiquito, pero matón» ha quedado en nuestro acervo como fórmula retórica descriptiva de algunas personalidades; aún se usa. Seguro que al inefable Aznar se le ha aplicado en más de una ocasión. Esta canción también es muy antigua (supongo que de principios de los cincuenta del siglo pasado) y en España fue extraordinariamente popular. Aquí se puede escuchar la versión del Trío Calaveras, famosísimo en su época.También la escuché en inglés, pero dedicada, en lugar de a P.L., a un personaje real llamado Davy Crockett (que creo que fue algo así como un aventurero).

Y vamos con más recientes canciones con historia. Una de las que más me ha gustado es «Un ramito de violetas», compuesta en los pasados setenta por la desaparecida Cecilia. Es una deliciosa historia de una intrigante infidelidad no consumada, con un amenabariano desenlace. Como para despistar al oyente, la canción empieza con la siguiente estrofa:
Era feliz en su matrimonio
aunque su marido era el mismo demonio.
Tenía el hombre un poco de mal genio.
Ella se quejaba de que nunca fue tierno.

Planteando la intriga en la siguiente:
Desde hace ya más de tres años
recibe cartas de un extraño.
Cartas llenas de poesía

que le han devuelto la alegría.

Tras lo que en el estribillo se pregunta:

Quién te escribía a ti versos, dime niña quién era.
Te mandaba flores en primavera, y cada nueve de noviembre,
como siempre sin tarjeta,
te mandaba un ramito de violetas.

Y, tras contar cómo la mujer y el marido viven la intriga, al final de la canción se desvela el misterio cuando, refiriéndose al marido, dice:  

Pues es él quien le escribe versos,
él es su amante, su amor secreto.
Ella, que no sabe nada,

mira a su marido y luego se calla.

A todos nos sorprendió y nos gustó este inesperado final. Es verdad que nos quedamos con la duda de cómo la mujer (se supone) algún día conocería la verdad, pero no se lo tuvimos en cuenta a la autora; a Cecilia, por desgracia, no le dio tiempo a despejar esa duda.

La versión de Cecilia se pude escuchar aquí. Aunque a mí me gusta más (y eso que Cecilia me gustaba mucho) la versión de Manzanita (también fallecido), que creo que es el único cantante aflamencado que me ha gustado; está aquí.

Y para acabar, la que me parece la más bonita historia jamás cantada; la del grande Joaquín Sabina: «Y nos dieron las 10» (creo que es de 1992). Es la historia de una noche de amor y pasión, que no sería de extrañar que el autor la basara en alguna experiencia personal; es decir, que Sabina hubiera protagonizado la historia, tal como la cuenta o parecida. Empieza poniéndonos en situación:
Fue en un pueblo con mar
una noche después de un concierto.
Tú reinabas detrás de la barra
del único bar que vimos abierto
—cántame una canción al oído y te pongo un cubata.
—con una condición:
que me dejes abierto el balcón de tus ojos de gata


Por lo que cuenta, hubo flechazo, así que, hasta que se quedó solo en el bar, le cantó todo el repertorio, reconociendo: «cuidado, chaval, te estás enamorando». Y a partir de ahí:
…de repente, su dedo en mi espalda
dibujó un corazón,
y mi mano le correspondió debajo de su falda;
caminito al hostal
nos besamos en cada farola,
era un pueblo con mar,
yo quería dormir contigo y tú no querías dormir sola...
Y nos dieron las diez y las once, las doce y la una
y las dos y las tres,
y desnudos al amanecer nos encontró la luna.


Hasta aquí, la primera parte de esta bonita historia. A todos nos encantó. Y qué bien contada. Pero lo malo estaba por venir. Ya se sabe, la vida del artista es complicada: hoy aquí y mañana vete a saber dónde. Así que, después de esa noche loca, se despidieron. Pero, lo que son las cosas, el verano siguiente el cantante volvió al pueblo… pero, aunque buscó a su amante del bar, no la encontró. Y, lo peor, el bar ya no estaba, en su  sitio había ¡una sucursal del Banco Hispano Americano! (que me hizo muchísima gracia cuando lo oí por primera vez). Por eso, encabronado, se lio a pedradas con los cristales de la sucursal bancaria, por lo que fue detenido. Así que la historia, tristemente, no acaba bien. El epílogo:
Sé que no lo soñé,
protestaba mientras me esposaban los municipales.
En mi declaración
alegué que llevaba tres copas,
y empecé esta canción
en el cuarto donde aquella vez te quitaba la ropa.


Nadie podrá decir que no es una bella historia, magistralmente contada. Se puede escuchar aquí .

Seguro que habrá otras muchas, pero las cuatro de que he hablado siempre me han parecido las mejores historias CANTADAS... al menos, son las que más me han gustado a mí.


Listo: ¡Jo, Julio! Nos hablas de tus preferencias musicales y citas canciones del siglo pasado, que tienen entre 75 y 25 años. Además, menos Sabina, todos los cantantes que citas han fallecido ¡Mira que estás carca!
Julio: ¡Mecagüen…! Listillo, creía que estabas en la playa. ¡Qué cruz¡