19 dic 2014

COSAS DE ELLAS



En otra entrada anterior,   MUJERES Y HOMBRES. ¿IGUALDAD?, ya hablaba de las diferencias entre mujeres y hombres. Ahora voy a comentar algunos comportamientos que he observado como propios o exclusivos de ellas. Habría muchos ejemplos de los que hablar, la mayoría conocidos y asumidos ya con cierta normalidad tanto por ellas como por nosotros, como es el caso de la capacidad que tienen ellas cuando están en grupo para hablar todas, o al menos varias, a la vez y, aparentemente, entenderse perfectamente; otro podría ser su peculiar forma de llevar el paraguas abierto cuando llueve y caminan por un espacio concurrido. Pero ambos comportamientos, como he dicho, no son novedosos, por lo que no merece la pena hablar sobre ellos. También como aclaración, debo decir que soy consciente de que también nosotros tendremos comportamientos que ellas considerarán como propios o exclusivos de los tíos; pero de esto no voy a hablar... lo dejo para ellas.

Yendo al grano, recientemente he descubierto dos formas de actuar de ellas relacionadas con su comportamiento como viandantes, uno, y como conductoras, el otro, que me han llamado mucho la atención. Debo aclarar que el hecho de circular habitualmente en moto por el intenso y abigarrado tráfico de Madrid me facilita la observación de lo que pasa en las calles (incluidas las aceras).

1. Cómo inician la marcha cuando conducen un automóvil. Me refiero a cómo reanudan la marcha una vez que el semáforo se pone en verde y el vehículo de ella no tiene por delante ningún obstáculo por ser el primero (o el único) de los que están detenidos a la espera de que el semáforo permita el paso. En estas situaciones, normalmente el vehículo que conducen, mientras está detenido, está perfectamente alineado con el sentido de la marcha, que generalmente es en línea recta. Es decir, hablo de una situación en la que, para reanudar la marcha, solo es necesario poner la primera velocidad y activar el embrague y el acelerador (no hablo de automáticos); o sea, solo es necesario «tirar pa´lante».

Pues ellas hacen algo más: mueven el volante. Sí, sí, incomprensiblemente (al menos, para mí) lo mueven; y lo mueven por lo menos dos veces. La primera, que es la preocupante además de innecesaria, hace que el vehículo, durante uno o dos segundos, tome una dirección ligeramente oblicua sin ninguna razón; con la segunda, que, esta sí, es necesaria para corregir la desviación motivada por la primera, recuperan la dirección correcta (que era, simplemente, la línea recta). Naturalmente, el segundo movimiento es inmediato al primero, por lo que la desviación producida por este es mínima... ¡menos mal!

¿Por qué lo harán? Ya me gustaría saberlo, por lo que si alguna me descubre la razón se lo agradecería.

2. Cómo acceden (caminando) a los pasos de peatones o de cebra. Me refiero a los pasos que, debidamente señalizados, hay en muchas calles para que los viandantes crucen la calzada y que no están regulados por semáforos. En estos pasos, como es sabido, tienen prioridad los peatones, aunque los conductores de vehículos no siempre respetan esa preferencia; así que los peatones no deben confiarse, porque puede haber comportamientos inadecuados. Pues para evitar contingencias indeseadas en la situación descrita, ellas recurren a una eficacísima sutileza peatonil.

Si dos o tres metros antes de llegar al paso de peatones por el que van a cruzar la calzada se han percatado (generalmente, mirando de reojo) de que puede haber una coincidencia con algún vehículo que se acerca, y siendo plenamente conscientes de los tiempos y las distancias, cuando llegan al paso de cebra ponen con aparente decisión los pies sobre la calzada, es decir, dan uno u dos pasos sobre la calzada (eso sí, sin exponerse), como si no se hubieran dado cuenta de que se acerca el vehículo con el que «compiten»... e, inmediatamente, se paran en seco; entonces es cuando lanzan una miradita directa, entre desafiante e inocente, al atrevido y sorprendido conductor, que para ese preciso instante ya habrá activado todos los mecanismos para detener bruscamente el vehículo y, así, ceder, ¡qué remedio!, el paso a la retadora. Entonces ella, satisfecha por haber conseguido su objetivo, retoma su caminar y, mientras de nuevo mira de reojo al conductor, se va diciendo para sí (esto lo supongo): ¡qué te creías!, capullo, ¿que ibas a pasar cuando me toca a mí? ¡Venga ya...!

Por lo que he observado, puedo decir que, si no todas, así lo hacen muchas, por lo que, cada vez que observo este comportamiento, siempre, con admiración, me pregunto: ¡¿cómo lo habrán aprendido?!
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Pues sí, así actúan ellas en las situaciones comentadas. A mí me parecen comportamientos, sencillamente, sorprendentes. Desde luego, me resultan mucho más tolerables que su forma de conducir su coche por las vías que tienen más de un carril por sentido. De esto ya hablé en COSAS QUE JODEN, donde me «quejaba» de que los vehículos que circulan o se paran desalineados en las largas filas del tráfico madrileño casi siempre están conducidos por mujeres o taxistas, de lo que deducía que «las mujeres y los taxistas joden igual»... ¡Cómo son!




1 comentario:

  1. Querido Julio: en mi medio, no he podido comprobar las conductas que comentas. Eso no quiere decir que no ocurran. Con respecto al cruce por la senda peatonal (la "cebra"), aquí suele ser sumamente riesgoso pretender hacer valer nuestros derechos de peatón. Lo probable es recibir un rosario de insultos por parte del automovilista que tuvo que frenar para cedernos el paso, cuando no terminamos lisa y llanamente en el hospital.
    Carlos Marenco

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